No a la Resignación, Sí a la Esperanza

MENSAJE DE LA ASAMBLEA GENERAL DE LA CIRM (MÉXICO), CONFERENCIA DE RELIGIOSOS DE RELIGIOSOS/AS DE MEXICO

Convocadas y convocados por el Espíritu que anima el caminar de su Iglesia, en este año de la Misericordia, cuando hemos concluido la Celebración del Año de la Vida Consagrada y la visita a nuestro país del Papa Francisco, nuestro pastor, nos hemos reunido en La Casa de la Iglesia de la Arquidiócesis de Xalapa, Veracruz para vislumbrar los Horizontes que revitalizan nuestro Ser y Quehacer en la Iglesia y el Pueblo de México como Consagradas y Consagrados comprometidos con el Lema: ¡HAGAMOS QUE SUCEDA!

Nos alegra ver que un nuevo dinamismo, sin duda, Don del Espíritu, anima nuestro caminar como Conferencia; al mismo tiempo nos entristece el recrudecimiento de la violencia y el deterioro de la calidad de vida de los pobres en todo el territorio nacional. Las desapariciones violentas de nuestros jóvenes, no sólo se dan en la montaña de Guerrero, o en los caminos hacia la frontera norte; lamentablemente también Veracruz ha sufrido por desapariciones y atentados, particularmente contra los periodistas y comunicadores sociales, a lo que hay que añadir el catastrófico accidente en el sur de este exuberante y generoso Estado. Deseamos que nuestra presencia se convierta en un signo de solidaridad con el dolor de este pueblo.

Con una mirada de fe y esperanza hemos visto la situación que vivimos en el país, recordando aquélla frase de Santa Catalina, a quien celebramos en el inicio de nuestra Asamblea: “La perla de la justicia brilla mejor en la concha de la misericordia”. En concordancia con esto damos la bienvenida a la nueva Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC) como eje transversal en fidelidad al Evangelio y nuestro compromiso de incidir en la transformación de la realidad hacia el Reino de Dios.

Este nuevo dinamismo tiene que ver con la asunción de los Nuevos Horizontes descubiertos en el Congreso Latinoamericano de la Vida Consagrada del pasado verano en Bogotá, cuando el Papa Francisco nos regaló el Documento Laudato si, invitando a todas las personas de buena voluntad al cuidado responsable de la “casa común”. La vuelta al llamado de Jesús y su radical seguimiento, donde se enraízan nuestros carismas, compartidos con todos los bautizados, más allá de nuestras estructuras congregacionales; las Nuevas Generaciones, el compromiso misionero vivido en redes que buscan creativamente mayor fidelidad al Evangelio; la creación del nuevo Departamento de la CIRM para atender las necesidades de coordinación de estos nuevos Horizontes que expresan la importancia que tienen estas iniciativas. La Junta Directiva tiene la misión de concretizar, con los animadores de cada horizonte, las metas y actividades que nos faciliten alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto. La preocupación por el futuro de la formación teológica a través del CET-CIRM será abordada en una Asamblea Extraordinaria en el mes de noviembre próximo.

En esta Asamblea nos dimos la oportunidad de dar a conocer la peculiaridad del carisma de los Religiosos Hermanos. Este grupo representa el 20% de la vida religiosa masculina en toda la Iglesia. Se destacó la importancia de ser hermanos y hermanas, constructores de fraternidad, como elemento fundamental a rescatar de toda vida consagrada.

Durante toda la Asamblea ha latido el espíritu del mensaje del Papa Francisco a los y las consagradas, pidiéndonos la no resignación, de ahí que nos confirmamos en la convicción de no resignarnos a la desesperanza, a la renuncia sin lucha, al dolor de nuestros hermanos y hermanas, a la indiferencia de los procesos sociales y políticos que niegan la dignidad de la persona e infringen muerte.

Decimos con María, sí a la esperanza que brota de la justicia, la igualdad y la paz; sí a la lucha por la vida, especialmente la de los más vulnerados y descartados, a los migrantes, indígenas y afroamericanos; si al compromiso de acompañar cercanamente a las victimas ayudándoles a recuperar el sentido de la vida y sí al compromiso con la dignidad de todos los seres que habitan este planeta. El icono de la Visitación nos invita a salir al encuentro de quien más nos necesita y nos motiva a buscar todos los espacios posibles de encuentro y colaboración para ser fermento y testigos creíbles del Dios encarnado en esta penosa realidad.

¡HAGAMOS QUE SUCEDA!
Xalapa, Veracruz, 1º. De mayo de 2016