Resurrección, Pasión por la Vida

Cuando una es movida por la fuerza de la Resurrección de Jesús,  comienza a amar la vida de una manera diferente y comienza a entender a Dios de una manera nueva, como un Dios «apasionado por la vida» de las personas y los pueblos.

Tal vez nunca la humanidad, amenazada de muerte desde tantos frentes y por tantos peligros que ella misma ha desencadenado, haya necesitado tanto como hoy de hombres y mujeres comprometidos incondicionalmente y de manera radical en la defensa de la vida. Necesitamos orientar decididamente nuestras energías hacia la vida, animadas por la fe en el Resucitado, superando cobardías, perezas, desgastes y cansancios que nos pueden encerrar en una muerte anticipada. La «pasión por la vida» propia de las que creen en la Resurrección, debe impulsarnos a hacernos presentes allí donde «se produce muerte», para luchar con todas nuestras fuerzas frente a cualquier ataque a la vida.

La alegría pascual no es cualquier alegría. La alegría de la Pascua es otra cosa. Estamos alegres, no porque han desaparecido el hambre y las guerras, ni porque han cesado las lágrimas, sino porque sabemos que Dios quiere la vida, la justicia y la felicidad de las personas vulnerables y empobrecidas. Nuestra alegría pascual se alimenta de esta esperanza. Las fronteras de lo posible no están determinadas por los límites del presente. Ahora se está gestando la vida definitiva que nos espera. En medio de esta historia dolorosa y apasionante se abre un camino hacia la liberación y la Resurrección.