Agradecemos la vida que le fue regalada a Luz Casanova un 28 de agosto de 1873 y nos dejamos asombrar por la fuerza del Espíritu que le fue conduciendo a lo largo de su vida: en ella fue como un manantial, cuyas aguas llegan hasta nuestros días. Ese manantial sigue vivo hoy en el corazón de la congregación y en la vida del laicado apostólico, y nos abre a nuevas llamadas. Luz, movida por la caridad y sostenida por la confianza en Dios, vivió su entrega en totalidad a los niños y a los pobres, y es esa misma entrega la que hoy queremos recrear desde la realidad.
Recordamos algunas de sus expresiones:
- “Dios nos ha dado nuestras facultades para servirle, si me entregó cinco, no basta con que rinda tres…”
- “Que no te des por vencida enseguida, sino que pases a través de las dificultades… que le des a las cosas todas las vueltas, antes de desecharlas… que le busques el lado bueno, y busques aunque sea un resquicio, por donde poder salir…”
- “Acuérdate siempre que actúes, que con el combate hay que contar, hay que esperarlo… ¿cuándo? Cada día…”
- “En esta vocación cada día tiene su acción apostólica, se presentan ocasiones distintas que no podemos comparar ni querer que sean como las anteriores, aquí los días se suceden y no se parecen”.