«Sueño que un día esta nación se levantará
y vivirá el verdadero significado de su credo:
Afirmamos que estas verdades son evidentes,
que todos los hombres y mujeres son creados iguales».
Martin Luther King
Perú es un país muy rico con tres climas muy diferenciados (costa, sierra y selva), tres zona en donde hemos tenido presencia las Apostólicas hasta hace unos años. En la actualidad sólo tenemos comunidades en Lima, y otra en ceja de selva (departamento de Amazonas).
La historia del Perú registra más de un trance difícil, penoso, pero ninguno de ellos merece estar marcado con el sello de la vergüenza y el deshonor. Las dos décadas finales del siglo XX ensombrecieron la historia del país por la violencia ejercida a manos de organizaciones subversivas o de agentes del Estado. Sin embargo, la historia de este país recoge también el testimonio de numerosos actos de coraje, gestos de desprendimiento, signos de dignidad intacta que nos demuestran que el ser humano es esencialmente magnánimo.
Los sueños tienen que ver con nuestra humanidad y con nuestra divinidad, con nuestro modo de pensar, sentir, creer, orar…, con nuestro cuerpo y con la naturaleza. Los sueños son el espacio en que el mundo es recreado, donde todo se hace posible. Soñar no es entonces la ilusión de creer en lo imposible, sino el trabajar y hacer posible nuestras metas y proyectos. Hoy en el Perú soñamos con una sociedad y una cultura que incluye a todas las personas, hombres y mujeres de la ciudad, del campo, indígenas, migrantes…, pues el mundo es de todos y todas, y no constituye una amenaza para la persona.